lunes, noviembre 6

¡Voy a inventar el amor!

-¡Voy a inventar el amor!
Sus ojos se llenaron de ambición cuando dijo la última palabra, esa que al pronunciarse produce el juego de labios y lengua más exquisito del español. A-MOR Al decir amor, nuestra lengua comienza su viaje desde el fondo de la boca, hasta empujar a los labios tan lejos como sea posible. A-MOR Y es hermosa la palabra, porque su manera de ser pronunciada, es análoga a lo que expresa: Sacar desde lo más profundo de nuestro corazón el sentimiento que nos transforma hasta donde el resto de la gente lo pueda comprender.
Si no es por la belleza de la palabra, estoy seguro que de su boca habrían caído gotas de saliva por lo emocionada que estaba. Parecía tan extasiada como el hombre que se acaba de convertir en padre, tan nervioso como el adolescente que vio pasar a su primer amor y tan excitado como la mujer que esta apunto de ser infiel por primera vez. Su cuerpo completo le temblaba y su corazón estaba a punto de detenerse por un instante que simulaba ser una eternidad.
-Mi princesa, temo decirte que ya fue inventado.
-¡Voy a inventar el amor!
No le importaba lo que le decían, ni lo que escuchaba. Mucho menos le interesaban las cosas que le pasaban por la cabeza, y que –como el decía- conlleva inventar el amor. Después sin duda, tendría tiempo y obligación para pensar en los detalles, en las formalidades y burocracias que el copyright implica. No era ese instante de inspiración, apropiado para quemar pensamientos, pero sobre todo atención en ociosidades como las referencias obligatorias que inspiraban su invento. Ella sólo quería pensar en la magnifica decisión que unos minutos antes había tomado, y que sin dudar, la marcaría como un ataque sexual a lo largo de su vida. Además, el eco de sus palabras todavía resonaba en su corazón, y le hacía sentir el único orgasmo que hasta aquel momento insólito para ella y la humanidad había tenido. Los filósofos, al enterarse de lo acontecido, sin duda lanzarían sus mentes y agudos razonamientos a donde ella estuviera para estudiar con detalle lo que había dicho hacer. Los científicos agotarían sus cuadernos con hipótesis sencillas y fáciles de comprobar, que desglosarían el invento en pequeños problemas para finalmente, comprenderlo pero sobre todo, comprobarlo mejor. Los religiosos saltarían de su letargo sagrado y acusarían a la mujer de hereje. En cada misa se le mencionaría como una prueba de la falta de fe en la –según sus propias palabras- humanidad descarrilada que blasfema contra dios. Esto poco a poco, quemaría a la mujer como a la vieja usanza medieval aunque esta vez sin fuego y con un nuevo sentido de la palabra. En los libros de historia, aparecería como algo anecdótico y nada más, sin condecoraciones ni adulaciones, tan sólo su nombre, la fecha, con suerte el entorno social en que nació su invención, y lo que había inventado, simple y llanamente: “inventó el amor”. Como si fuera poca cosa, como si no se necesitara de ingenio y sobre todo dedicación. “No te puedes despertar un día e inventar el amor” dirían los que nunca están de acuerdo, y sin preocuparles ni saber nada más de lo que esta mujer estaba a punto de hacer, hasta saldrían a protestar a las calles con pancartas hechas sin dedicación, tan sólo con ganas de molestar y que se noten en la televisión, en palabras de mi abuela, lo harían sin amor.
Mientras la hermosa genio alababa en su mente su joven y prematura creación, el hombrecillo de su derecha insistía en protestarle, al grado de casi exigirle no inventar lo que el estaba seguro haber visto antes en algún lugar de este planeta.
-¿Qué necesidad hay de reinventar algo como el amor? Tú menos que nadie deberías preocuparte por eso princesa, mejor ocúpate de tu salud, que por cierto últimamente no ha estado del todo bien.
La mujer, continuaba sin entender lo que decía su voz al salir de esos labios con movimientos intermitentes e inexpugnables, mientras que el hombre continuaba dando razones y deberes por los cuales no permitiría que inventara el amor. La seguía llamando princesa, aunque sin ningún dejo de cariño o aprecio, incluso pareciera que “princesa” era su nombre y no su tierno modo de llamarle. En fin, el hombre después de un rato, pareció cansarse, su firme propósito se debilitaba a medida que hablaba sin pensar y sin ser atendido, hasta que se sentó y miró a la mujer que seguía poseída por la inspiración y la gloria. Al cabo de un rato, ni siquiera le dirigía la mirada y parecía ser el quien la ignoraba. Por su puesto que eso sólo es su manera de ver, porque para la inventora del siglo, la presencia de aquel hombre, era igual de significante que la de un meteorito a millones de años luz que se aleja de la tierra, y cuando acabó el momento de la inspiración, puso su corazón en la tierra y comenzó a trabajar con la complicada empresa.
Al principio entendió que debía sacar todo lo que había guardado a lo largo de su vida dentro del corazón, y no sólo eso, pronto también comprendió que no podía ver más aquello que la había rodeado y causado toda la variedad de sentimientos, excepto uno, el amor. El odio y rencor debían ser los primero en esfumarse, de ahí la impotencia y el enojo, la rebeldía y hasta la libertad, porque quien ha amado, jamás será libre. Cuando hubo terminado de vaciar su corazón, tiró todo lo que le cupo durante 33 años -que vaya era mucho- por un barranco y lo olvidó para nunca pensar más en todo aquello. Al parecer, su corazón, o la envoltura que quedaba de este, estaba lleno de nudos y heridas, lo sanó y lo limpió por completo.
Pero el corazón no era lo único que debía arreglar, su mente también necesitaba cambiar y convertirse en algo totalmente nuevo, pero, para hacer esto más complicado, esta vez no la podía vaciar, y necesitaba colar con la tela más fina del mundo las cosas que había decidido tirar. Entre ellas estaban muchos detalles y tonterías de humanos, algunas anécdotas y otras cifras por completo inútiles en la vida que estaba por empezar. Afortunadamente, nunca desechó las cosas importantes de su mente, como la astucia y la pronta diferenciación entre lo bueno y lo malo que sus padres le habían dejado. Se quedaron en la memoria algunos nombres y uno que otro número telefónico, pero nada más que pusiera en riesgo su olvido. Se limpió las manos y comenzó a trabajar. Erróneamente comenzó con el hombre de sus sueños, lo que le valió algunos minutos de desesperación por no lograr su cometido. Sabía que el amor lo hacían las pequeñas cosas, y se comenzó a preocupar por los detalles que hace un rato había borrado. Por fortuna, era demasiado paciente, entonces se tranquilizó y comenzó de nuevo a pensar pero esta vez desde que comenzó su vida. Recordó algunos de los detalles que había dejado de sus amigos y hasta del perro que un día le regalaron y sus papas vendieron antes del mes. La añoranza de aquellos tiempos, en que gente sin ningún vinculo genético le había ayudado tanto a convertirse en alguien sin pedir nada a cambio le causó algunas lágrimas, pero pronto se repuso y siguió con lo que quería hacer, sabiendo que iba por buen camino. Llegó así, con los recuerdos de su familia, con algunas cosas que habían hecho por el, y lo que recordaba le habían dado sin pedir nada a cambio, la muestras de afecto y el cariño incondicional. Otra vez se equivoco al creer que las lágrimas serían mayores, pero ciertamente las hubo, y se repuso de nuevo ante la nostalgia de esa gente.
Quedaban dos personas, una era el hombre de sus sueños y la otra era ella misma, y aunque no estaba segura del orden en que los recordaría, estaba confiada que en cualquier instante del éxtasis que le iban a causar sus recuerdos, aparecería el amor. Por fin, y después de unos instantes de duda, decidió pensar en si misma, se recordó como era, y como se había soñado. Por su mente pasaron sus triunfos y batallas ganadas, se dio cuenta que la persona en que había soñado, no era tan diferente de la que se convirtió a lo largo de los recuerdos, y que si uno tiene poco poder de observación, dirá que son la misma. Un gran placer recorrió su piel, y esta vez la piel se le puso chinita, una lágrima rozaba su mejilla mientras caía, pero el amor, no aparecía.
-Eso quiere decir que hice bien en dejar a mi querido al final, porque con el aparecerá por fin el amor.
Ahora su mente la lleno de los labios que la habían seducido un día hace mucho tiempo, de los dedos que la acariciaban y de las palabras dulces que entraban a sus oídos después de tocar el corazón. La intensidad crecía, y su mente era un collage de caricias, abrazos, besos y murmullos de placer. Pero el invento, no se presentaba, la desesperación la tomó por sorpresa, e invadió sus venas, haciendo que forzara y hasta inventara momentos que nunca ocurrieron entre ella y su hombre.
-¿qué he hecho mal para no poder lograr lo que quiero?
Se dijo entre dientes, cuando el chico que la llamaba princesa se levantó del asiento y le susurro, esta vez con voz tierna:
-No has hecho nada mal, pero es que el amor ya ha sido inventado, fue ayer, y digamos que lo hicimos tú y yo…

1 comentario:

  1. La introducción y el desarrollo geniales, env werdad, me encanta tu manejo de las palabras. Sin embargo, en el finasl se nota mucho la influencia de Sejo en su face "imo" jeje

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