jueves, julio 22

Una melodía de lluvia

Me gusta leer en los transportes públicos. Me gusta especialmente el metrobús vacío en los días fríos. Muchas veces me paso de estación o me bajo donde no debo. A veces se me olvida vivir la vida. A veces prefiero vivir lo que leo. Últimamente me ocurre con una frecuencia escandalosa. Tengo talento para escoger libros entrañadores (que no entrañables).

Hoy me ocurrió de nuevo. Me bajé, estúpidamente, en Sonora. Me había pasado tres estaciones. Esperé el metrobús de regreso. Tardó una media hora.

Una mujer gritaba, "Satán no deja que estos jóvenes recuperen su libertad, queremos que todos puedan tener una ciudad libre y no libertina". Mensaje interesante.

Me dio vueltas. Entro a mi cabeza el mensaje, como con vaselina. Bien hondo, como escarabajo de India.

Habría que pensarlo dos veces. Satán y el metrobús no tienen intereses convergentes cuando la lluvia escasea. ¿Qué tan pronto se acabarán las esperanzas?

domingo, julio 18

Oda al Barrio

Nunca le gustó. Ni los vecinos. Ni las casas. Ni el ruido insoportable de la banda el fin de semana. Ni el ¡buenos días! Ni el ahorita paso. Ni el ¡chingas a tu puta madre pendejo! Ni la laguna los días de tormenta. Ni los automóviles con subwoofer. Ni los peinados Daddy Yankee. Ni los adictos al thinner. Ni los fundidos por el cemento. Ni los que robaban antenas para fumar crack.

Todo era un tanto deleznable. Aquí y allá. Sólo un poquito más deleznable cada segundo.

Lo peor de todo, creía fervientemente, era el aire pesado. En las mañanas olía a una nata gris y espesa de grasa de salchichas. En las tardes olía a la pintura en aerosol. En la noche olía a la mierda de los perros que cagaban sin parar, a los tristes en los atrios.

El barrio se pudría indefectiblemente. Y, como el hongo más repulsivo, se volvía a poblar. 16 años. Edad límite. La nueva generación del barrio nacía de sus adolescentes.

Desenfundaban ese pene sin parar. 19 y ya tenían 3. La reposición de los miembros de la generación anterior era generosamente sobrepasada.

Niños con el cabello blanco y con estrellas en la nuca. Niños que salían del Deportivo San Pedro, última gran obra del Partido Conservador, vestidos en uniforme del Club América, tocándose el pene, envolviéndolo con sus pantalones cortos y riéndose de "el chiapas" porque "es puto".

Cierro la calle. Monto un diablito. Madreo a los drogadictos. Aquí, el que es chingón, es chingón.

Aquí el que no cae, se resbala con sus propias secreciones. Se resbala con su propio semen regado al azar, con su propia mucosidad arrojada en la acera, con su escupitajo tirado al sol.

Aquí no había fiesta, ni unidad. Nieve y tumao sí.

Celos

¿Por qué detenerlo en el cuarto blanco?
¿Por qué tomó la decisión de la misión 32?
¿Por qué la dejó en el Salón Barroco del Barrio Central?
¿Por qué incendió su sótano?
¿Por qué estrelló sus películas?
¿Por qué estalló cuando lo vio de nuevo?
¿Por qué lo abrazó?
¿Por qué sonrío cuando le invitó un trago?
¿Por qué lo aceptó?
¿Por qué viajaron juntos a Buenos Aires?
¿Por qué no se detuvieron en la isla?
¿Por qué tenían un liguero en la mano?
¿Por qué bailaron en la decadencia?
¿Por qué no dejaron de abrazarse ante las luces moradas y la música del mainstream?
¿Por qué los dejó irse?
¿Por qué se quedó hasta el día siguiente?
¿Por qué no viajó a Gotenburgo?
¿Por qué abrió la puerta?
¿Por qué se sirvió leche en un plato?
¿Por qué cenó Corn Flakes?
¿Por qué le puso plátano cortado y un sobre de endulzante sin calorías?
¿Por qué no quería dormir?
¿Por qué se tomó dos expressos?
¿Por qué encendió la televisión?
¿Por qué ingresó a fecebook?
¿Por qué se entristeció de no ver nada?
¿Por qué se enfureció ante un foco apagado?
¿Por qué esperaba que estuviera encendido?
¿Por qué seguía poniendo la lista musical?
¿Por qué no dejaba de leer su feed reader?
¿Por qué tuiteaba sin parar?
¿Por qué no se detenía si no había nadie?
¿Por qué no había nadie?
¿Por qué se cansó, se cansaron sus ojos, se cansaron sus manos, se cansó su cabeza?
¿Por qué no cerraba el ordenador?
¿Por qué lo dejó encendido?
¿Por qué nunca lo apagó?
¿Por qué cuando se volvió a encender el foco ya no tenía caso?
¿Por qué nunca tomó el barco?
¿Por qué siempre lo recordaba?
¿Por qué todo estaba contaminado?
¿Por qué no dejarlo todo nuevamente?

Sueño de una noche de Julio

Habría que suponer que esta señora es la madre de L. Habría que aceptar su rebozo, su bolso tejido, su cabello teñido y rizado. Habría que verla en el tianguis cuando compra verduras. Habría que imaginarla cuando daba de mamar a L de sus tetas pequeñas. Habría que pensar que el hastío se la trago toda, como a L. Habría que olvidar que E se enamoró de L cuando tenía 16. Habría que borrar todo rastro de las mordidas de L en el glande de E. Habría que aspirar de la pared de la uretra al niño, que más que del amor, habría surgido de la saliva. Habría que pensar en L luego del inicio de su carrera. Habría que observar como abría el espasmo para la grabación de la tercera película de un director inglés. Habría que dilucidar sobre su incursión y estrellato. Habría que ver la cara de L rociada de esperma en los puestos más sucios de la ciudad. Habría que deleitarse con su primer bukake, su tercer anal o su cuarto gonzo. Habría que contar hasta diez para no deprimirse de sólo verla llorar. Habría que verla regresar al barrio. Habría que encontrar a E viejo y panzón con el control de la tele en la mano. Habría que reírse de los chistes de "Coque" Muñiz y Raquel Bigorra en las tardes. Habría que tomarse la mano de L para apretarla. Habría que tocar sus ojos para sentir las palpitaciones. Habría que entrar a su carne para sentir las contracciones del hartazgo. Habría que tocarse entre los labios para encontrar el porqué de la ruina. Habría que considerarse que más que ruina era una obra negra. Habría un lenguaje en forma de balbuceo. Habría un ruido de escarcha a las 3 de la mañana. Habría un mosquito por las noches. Habría un grito de la abuela en su segunda vuelta inesperada. Habría una marca de E tirado en el piso, sin cigarrillos ni alcohol. Habría E de estar fuera de las postales Bukowskianas. Habría de estar fuera de un poema de Ruvalcaba. Habría de estar ebrio sólo de mirar el techo. Habría una colección de L en el estante. Habría una copia de L en el zoológico, L en el hospital, L en la discoteca oscura, L en el estacionamiento, grandes éxitos de L, L sin protección, L en aceite, L en comiendo fuera de la mesa, L con una nariz de cerdo falsa, L en cuero, L con un látigo, L en la bañera, L de mil formas.


No habría, en cambio, uno sólo de los recuerdos de L en el aparador.

viernes, julio 16

Sábado

Leí en el reader una invitación a un concurso de cuento y me dieron ganas de escribir uno. Luego vi que eran 100 páginas de cuentos. Me desalenté un poco, nunca he escrito buenos cuentos.

Hay quien dijo que se uno bien se puede dedicar a escribir poesía cuando no sabe escribir bien en prosa. No lo creo para nada. Pero un fenómeno similar me ocurrió. Necesitaba escribir algo, lo que fuera y mis cuentos eran (son) en general pésimos. Pésimos no sólo en la forma y redacción, sino en que son soporíferos y si no son soporíferos son cursis.

Alguna vez escribí un cuento, perfecta y pendejamente cursi, que, por mero amor propio, no enlazaré... tuvo muchísimo éxito. Nunca un texto de este blog ha tenido tantos comentarios y de gente que nunca he conocido. Eso me puso un poco triste.

Quiero experimentar. Yo no creo ya en la trama, no soy hábil para el entramado silencioso de un cuento fugaz que deje al lector sin aliento. Me parece una artesanía irrealizable.

Quiero experimentar. Quiero destruirlo todo nuevamente.

Ya se me ocurrirá algo...


domingo, julio 11

Recortes de Bitches Brew

En realidad no dicen mucho, en realidad se contraponen como los asnos en la mar. En realidad, old pal, esto como que no da el ancho.

Ya se decía en los 70's, la época más importante del 20, que este pundonor impúdico no daría para más.

Que los guitarrazos de tu trompeta eléctrica no llegarían a nada. Ni siquiera al más insignificante de los trances. Ni siquiera al intransigente orgasmo espiritual.

Oh, Miles, buen Miles con tus dedos de ébano decorándolo todo. Con tu vocecita de maullo medio muerto y tu calva de brillo enajenante.

Oh Miles, tu mirada perdida, tus ojos quemados por el yeyo. Oh buen Miles, a mi me pones la carrera hecha el hecho desierto la contraposición de la máquina.

Ciudad de México Miles. Parece que nunca viste la Ciudad de México. El progreso plástico a su máxima expresión Mails. De verdad, puro rock & roll sin maña, sin atadura.

Mundial y muerte Mailes deibis.

domingo, julio 4

Vita sexualis

Como a todo esto se añadía que para ellos yo era todavía pequeño, ya podía hacer cuanto quisiera, que siempre tenía que sufrir la opresión de aquellos amiguetes; con lo cual fui haciéndome temperamentalmente sumiso de cara a la galería, pero rebelde en la recámara. Aquel estratega militar que fue Clausewitz ha dicho que la resistencia pasiva es el medio que ante todo deben adoptar las naciones débiles. Yo por mi parte me contaba entre los abocados por la naturaleza del fracaso sentimental y, consecuentemente, entre los seres débiles gobernados por las circunstancias.


[Ogai Mori, "A mis trece años", Vita Sexualis (El aprendizaje de Shizu), trad. Fernando Rodríguez-Izquierdo Gavala (Madrid: Trotta, UNESCO, 2001), 70]