lunes, abril 23

El amor, opera quinta, y otras drogas. (Quinta parte del Catálogo)

Narrador:

El amor, como palabra,

la más dulce y sabia de las prostitutas

el encanto febril de una era sin sentido

el desaire profundo de una generación sin pena

el amor, como concepto,

es como la mariposa muerta en la rosa

putrefacta y sin color,

marchitándose,

víctima del tirano astro

el amor como canción

mujer senil de amoríos interminables.

Diría el poeta que los amorosos son los que callan

los que callan la palabra amor,

los que la guardan como la recompensa inalcanzable

los que la usan para amar

los que no la desperdician ni la usan.

Lucifer: Deberías remitirme meramente a los hechos concretos de la historia, no lanzarte como orador mediocre y maleducado a recitar tus coplas. Míralos, de seguro ni siquiera leyeron los versos groseros.

Narrador: No es así, ve sus semblantes sonrientes.

Lucifer: ¿Sonrientes? La página se ve asediada por miradas que se desvían, desinteresadas, absurdas. ¿Por qué te ciegas a la realidad?

Narrador: Quizás tú tengas los ojos cerrados a mi alma.

(El sonido de la orquesta vibra en la oscuridad del escenario durante largo tiempo)

Lucifer: Quizás “ella” tenga las respuestas, sin caer en sentimentalismos baratos, ni en cursilerías falsas, ni en recetas ya usadas.

Narrador: La vida es una receta ya usada. Un aborto de creación.

(Observan a “ella” pasar por la acera)

Lucifer: Eres una sátira de persona, papel de arroz flotando en una vasija con agua hirviendo.

Narrador: ¡Basta!

Lucifer: Mírate, ¿serás acaso más malo e hipócrita con “él”?

Narrador: Seré lo que tenga que ser.

Lucifer: Quédate en tu agujero entonces, quédate ahí.

Narrador: Permanece aquí conmigo…

Lucifer: Me voy

Narrador: Me abandonas como todos

Lucifer: Te dejo como nadie…

(Crescendo y fin)

Narrador: Mirala, ni siquiera sé de ella, ella vive en un mundo que no conozco, nada en mares oscuros y profundos. No veo nada.

Lucifer: Y ni siquiera la ves pasar por el escenario o actuar una escena de romance.

Narrador: Y la oyes llorar, la ves desde tu ventana y no sabes... no sabes por qué, no te interesa, no sabes de ella y aún así la rabia te invade. Porque deseas ser tú la lágrima y la razón de ella.

Lucifer: ¿Es envidia?

Narrador: ¿Envidia?

Lucifer: De no ser el que la ha hecho llorar.

Narrador: De no ser el que la ha hecho sufrir.

(Aplausos y vítores, la obra ha terminado, la orquesta calla)