miércoles, noviembre 22

Aprendiendo a Volar

En mi "emo"tividad, me encontraba yo escuchando una pieza increíblemente genial de Stratovarius, llamada Learning to Fly. Y de repente surgió esto...(ja, se leyó bien Sejo)...

De repente, salieron de sus pardos capullos. Con sumo esfuerzo lograron romper las gruesas paredes que las aprisionaban. De la tibia cárcel en la que se encontraban, lucharon para salir a un ambiente frío y desolador de una cueva en penumbras. El viento no soplaba en aquel lugar y los ruidos podrían haber hecho que cualquier ser humano se sintiera con ansias de vómito, por el aturdidor y estridente escándalo de ese espacio.
Muchas murieron en el intento, sin embargo una gran parte no dejó de luchar, hasta que sus cuerpos negros lograron respirar el aire que emanaba el interior de la misma cueva.
Al salir desplegaron sus alas, negras en su totalidad. Sin embargo, cuando un poco de luz entró, permitió que se vieran unas afiladas hojas plateadas en los bordes de las alas, aparentemente frágiles y delgadas.
Y en un abrir y cerrar de ojos, vaya lugar común tan usado, mejor en un auge y desfallecer de un rayo de luz en la penumbra, las alas comenzaron a agitarse de manera violenta. Un nubarrón de aletos se levantaron en el ínfimo espacio de la prisiòn aquella, lastimando con cada roce una parte de la pared. La pared de la cueva comenzó a sangrar, y de las llagas que estos animales le provocaban comenzó a brotar, poco a poco aquél líquido rojo, de tan espesa consistencia que tanto asusta a las protagonistas en las películas de terror y de la que tanto abusan en los medios de nuestros días.
Así todo transcurría en mi estómago cuando te vi entrar. No se si tomaron alas de metal por el efecto que causas en mí o por el simple hecho de que mis alas serían cortadas por las alas de ellas de manera brutal y terrible. Destrozando mis últimos vestigios de dignidad.

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