Cuentos y Poemas Microsuaves

Esa mañana, después de difuminarse las lluvias de flores y los gritos solemnes, el diario de la nación rezaba: La Federación debe de salvaguardar la seguridad en todo momento, en todo lugar.

Ella escribió como mensaje instantáneo, nos vemos. Y hoy, yo sentado aquí, junto a una manzana podrida sigo esperando. Y cerré la ventana.

Hemos triunfado, con la muerte de Tania, los gritones y raros se fueron todos a la mierda. Felicidades ha iniciado la Nueva Era del Reguetón.

Finalmente hoy, la ley permitió fornicar en las calles. Es curioso, porque me encuentro frente al ordenador, relatando los detalles de la nueva jurisdicción, porque nadie me espera en la acera.

Hoy todo es más pequeño,
los poemas,
los cuentos,
el amor,
los cerebros,
la muerte.

Pese a estar vomitando y con la cabeza en un clímax explosivo de dolores infernales, las marcas en mis manos sólo son un recuerdo. Para no escribir palabrotas gritaré: HOJAS, HOJAS, HOJAS EN OTOÑO.

-Se me olvidaba, la pastillas rojas están en la sala, toma una y pásame la otra, será lo más poético del mundo.
Ella salió, bramando a la lluvia que caía en su escote, ¡Pobre Pendejo!

La izquierda murió,
hoy las luchas revolucionarias
toman forma frente al cinescopio,
diciendo Gol.

85%
85% de nosotros es de Sam
85% de las ventas
85% de las compras
Sí, somo dependientes de Sam,
pero ¿que haríamos sin nuestra
serie de la tarde-noche?

¡Ahora lo entiendo!
Lo que nos venden no son productos,
es felicidad,
ahora,
acurrucado con su dulce calor,
amurallado por su dulce sonido,
imagino un mundo como el de la tele,
un mundo donde nadie muera,
uno dónde gane millones de dólares,
uno en donde soy doctor,
otro en donde vivo en una isla perdida,
y mientras,
y mientras lo que no tienen televisión,
no lo saben.
¡Dios!
Apiádate de ellos.

-Me preocupa, cada vez somos más. Ahora habrá más competencia, más poetas, más filósofos, más políticos.
-No mames y cállate cabrón.