martes, julio 11

Not. del Ed.: Según los autores, Ongay y "La Pelirroja Mortal" al presente trabajo AÚN le falta una revisión profunda y mejorar el estilo, sin embargo me permitieron publicarlo, como un adelanto.
Todo había comenzado con una gran coincidencia, amigos de amigos que por alguna razón había llevado a que ellos dos se conocieran, cruzar palabra no había parecido un trámite complicado, por lo menos no como lo había sido con el resto, esto era diferente. Era semana de exámenes, las clases habían terminado por fin, el alivio podía verse en las caras de todos, el final se acercaba lentamente. Ella era una persona a quien se le notaba el carácter a kilómetros de distancia; era una mujer que podía llegar a generar miedo. Siempre mostraba una cara dura y fría, aunque en su interior, solamente existía una persona muy romántica y apasionada. Aunque muchos no lo notaran, él no había logrado romper el hielo con ella, no es que no le interesara, ya que él siempre había sido muy metiche y le gustaba conocer a todos sus compañeros, mas bien se debía a una especie de inseguridad. Desde la primera vez que la vio, notó que ella lo miraba de manera extraña, como si ella lo conociera, cosa poco probable, con esta sospecha y la actitud que ella tenía no era extraño que ni siquiera supiera su nombre, aunque después, definitivamente lo recordaría. Ximena “La Pelirroja Mortal” Salmerón ese era su nombre.Por otra parte él era una persona bastante peculiar, bastante anormal si queremos verlo se ese modo, en su mirada se veía cierta confianza ante lo que estaba por venir, curiosidad. Tenía un físico que no sobresalía de la sociedad, algo normal; tenía el cabello rizado, negro y largo, unos ojos cafés que por alguna razón expresaban un “anda ven confía en mi” y claro una sonrisa que exclamaba a los cuatro vientos: “no te temo”. Pero para ella él representaba sus recuerdos, su vida pasada, todo aquello que ella trataba de cerrar con un candado. La forma de andar le parecía tan familiar, tan natural, como si lo hubiese conocido desde siempre, los gestos, las expresiones, cada pequeña cosa la hacía recordar que eso, era inolvidable. Ella se había enterado de su nombre por rumores, por el resto del mundo, ni siquiera tomó el valor de preguntárselo, su nombre era: Iván.Los cepanos se reunían fuera del salón, algunos seguían dentro esperando por la acción divina, ella le entregó algo, él lo tomó y comenzó a verlo.Ese cuchillo era realmente hermoso, aunque, ninguno de los dos se dio cuenta como llegaron a ese punto, ya que, por diferentes razones, apenas y sabían sus nombres, y en ese momento, se comportaban como viejos amigos, unidos por el ese artefacto tan peculiar.- ¿Cómo es posible que tan de la nada ya estemos platicando así?, la conversación lleva menos de 10 min y me acaba de mostrar esto, que, por lo que entiendo, representa demasiado para ella- eso es lo que pensaba Iván mientras trataba de analizar lógicamente la situación y acomodar todo prácticamente de manera matemática pero ella lo miraba como si esperara una respuesta, como si aquel cuchillo se adaptara perfectamente a lo que ella pensaba, a su opinión de la vida, a su vida en general. Ella no terminaba de comprender el porqué de lo que había hecho jamás le había enseñado eso a nadie, pertenecía a una oscura etapa de su vida que se rehusaba a vivir, sin embargo ahora estaba en sus manos en las manos de aquella persona a quien Ximena comenzaba a confiar una pequeña parte de su vida. Ella no había hablado desde que le entregó el cuchillo, solamente se había quedado paralizada, esperando.–Quiero que sepas—dijo, hasta que repentinamente fue interrumpida por Iván.–Pero- Iván apenas y podía hablar, tantas ideas atravesaban su cabeza, y no le agradaba, cuando caía en ese estado, él perdía todo tipo de control, la serenidad y estabilidad que no tenía pero que lograba proyectar la perdía y extrañamente mostraba su verdadero ser, débil, inseguro.Por ello, estaba preocupado, ¿cómo iba a caer en ese estado frente a Ximena cuando ella le acababa de confiar eso?, ¿cómo le iba a mostrar que realmente no podía confiar en él como alguien sereno y estable?-Pero…- ¡crack! Una vez más, dentro del cerebro de Iván iniciaba una guerra civil, dos bandas, dos sentimientos, dos actitudes.Así que, comprendió que hablar iba a ser inútil, y sólo volteo a ver a Ximena a los ojos, tratando de ver muy en su interior y buscar una respuesta a varias preguntas como el ¿porqué yo?, ¿qué quiere decirme exactamente?-Se que te preguntarás ¿por que tú?- interrumpió Ximena como si hubiera escuchado lo que Iván estaba pensando –pero no puedo decírtelo- continuó, -simplemente lo vi en tu mirada, sabía que eras tu, sabía que TU y nadie mas debía tenerla-. Ella expresaba una mirada temeraria, una mirada sin miedo, aunque en el fondo sentía como su corazón latía cada vez mas rápido, su sangre revivía. Sus piernas comenzaron a temblar, la mirada temeraria casi asesina se tornaba poco a poco en algo raro, sus ojos se llenaban de lágrimas muy lentamente. Miró a Iván y sus rodillas se doblaron como hilo, cayó al piso de rodillas y llevó las manos a los ojos, su cuerpo no respondía a sus impulsos, ella yacía en el piso como si todo fuera el final.Iván, se acercó a ella, su mirada estaba perdida, no aguantaba tanto dolor y tanta presión a su alrededor, se acercó a Ximena con el cuchillo en la mano y le dijo al odio:-Ahora entiendo para que me lo diste, pero yo no puedo acabar con tu dolor, así que… lamento mucho lo que voy a tener que hacer.En ese momento, el cuchillo atravesó la blanda piel y llegó al corazón. Por ello, un río de sangre empezó a emanar del cuerpo y todos los cepanos empezaron a gritar.-Sólo un sacrificio más, después de toda una vida donde he dado mucho para los demás ¿porqué no hacer este último favor a una persona que al final me confió todo? ¿qué acaso no es mi deber?- eso pensaba Iván mientras continuaba enterrando el cuchillo, creando una herida mortal, hasta que, de repente, no pudo continuar con su tarea y lo soltó.Iván estaba en el suelo, muerto, se había suicidado y Ximena simplemente analizaba lentamente en su cabeza las palabras de Iván, una de sus piernas comenzó a sentirse mojada, ella alzó la vista y vio el río de sangre que emanaba de el cuerpo de Iván, el cuerpo que había quedado paralizado completamente. Ella gateo hasta donde estaba su cuerpo y se arrodilló junto a él, las lagrimas no cesaban en realidad aumentaban su cantidad, su tamaño y el dolor que expresaban. No podía gritar, tampoco correr, no había escapatoria de ese terrible lugar; el mundo parecía haberse detenido por completo, todo para contemplar aquel momento. Ella temía, temía por lo que pudiera pasarle ahora que había perdido a la única persona que aunque hubiese sido por un instante comprendió su vida, esa vida que ella estaba ya harta de llevar, el hubiese sido la solución perfecta- pensaba –sin embargo- Un aire helado recorrió su cuerpo, la parte derecha de su cuerpo perdía movilidad; con las pocas fuerzas que le quedaban extendió su mano y tomó la de Iván. Rodrigo detenía la pistola y algunas gotas de sangre recorrían su camiseta, -gracias- se escucho susurrar a Ximena, le hablaba a Iván, aquel con quien ahora podía descansar.

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