domingo, enero 20

ríos de piedra

Entrevista con Raúl Demesio

-¿De dónde viene el título de su última obra?

-Estaba yo en las costas del Istmo, cuándo vi que de mi interior algo quería salir. ¡Y que se me sale el poema por la borda! Lo intenté agarrar, pero por su naturaleza resbalosa, se contorsionó por mis dedos hasta que se fue. Nunca lo volví a ver. Es por eso que llame a mi obra La nueva novela histórica mexicana.

-¿Qué piensa de Jesús?

-Jesús fue como Nicanor Parra. Ambos iniciaron con un oficio vulgar y técnico, ambos usaban sistemas de lo común y lo corriente. Ambos fueron seducidos y violados por la poesía, esa es adictiva, y nunca se acaba. Sus efectos secundarios van desde creerse dios hasta construir artefactos. Ambos se volvieron best-sellers, ambos resultaron ser las piedras angulares de lo que siempre odiaron, ambos daban concurridas conferencias y ambos tienen legiones de fans.
Claro, hay que aclarar que las magnitudes discrepan brutalmente entre uno y otro, además de que, según sé, no han construido un tempo para recordar a Parra, a menos que sea La Moneda.

-¿Qué te impulsó a escribir un ensayo y dejar la poesía?

-Me han detectado estreñimiento, culpo enteramente a la poesía. Se me atora por todas partes. Justo un día terminé un poema y me gruñó el intestino. Pensando en la taza del inodoro, siendo rey de la letrina, escribí un par de poemas más. Y de la acción... nada.

-¿Qué opina de los poetas testiculares que le reprochan su decisión?

-Esos que se vayan a la chingada, ahí es dónde pertenecen. Qué a mi no me vengan con que construyen su casita de adobes encontrados en la calle, le ponen un par de flores y me lo venden como la nueva onda en las letras latinoamericanas. Aquí quién no cae resbala y quién se cayó, cayó.

-¿Cómo ve a la juventud de nuestros días?

-Tibia. La juventud no es el futuro, todos los radicales se murieron o se volvieron políticos, no hay más. Hoy día abundan clases sociales bien definidas en la juventud, el tristón, el soberbio, el falo loco, el negro alto y torneado, el enclenque inadaptado, el chido, y en su mayor parte los grises. Ves hordas y hordas de grises. Uno que otro faro en la niebla, pero a esos se los traga enteros la máquina.

-¿Qué es esa mancha de sangre que sale de sus piernas?

-La poesía debe nacer una y otra vez. Suicidarse y nacer de nuevo. De la manera más guturalmente posible.

-¿Y por eso le sale sangre?
-Si

-Ya veo ¿Esto ocurre seguido?
-Casi a diario

-¿Qué piensa hacer ahora?
-Escribiré un par de poemas.

-Muchas Gracias
-Hasta luego


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