lunes, enero 28

Así es, se me acabaron las ideas



Pero por suerte podemos orar a Efraín Huerta (líbranos de nuestros poemarios amén). Me adelanto al aniversario luctuoso del Gran Cocodrilo, que será el 20 de Febrero. A mi me gusta el poemínimo y lo imito constantemente, por eso creí importante publicar las impresiones de Huerta en su libro.

Esto aparece en la contraportada de dicho libro y fue escrito por Huerta:

"Creo que cada poema es un mundo. Un mundo y aparte. Un territorio cercado, al que
no deben penetrar totalmente indocumentados, los huecos, los desapasionados, los censores, los líricamente desmadrados. Un poemínimo es un mundo, sí, pero a veces advierto que he descubierto una galaxia y que los años luz no cuentan sino como referencia, muy vaga referencia, porque el poemínimo está a la vuelta de la esquina o en la siguiente parada del Metro. Un poemínimo es una mariposa loca, capturada a tiempo y a tiempo sometida al rigor de la camisa de fuerza. Y no lo toques ya más, que así es la cosa, la cosa loca, lo imprevisible, lo que te cae encima o tan sólo te roza la estrecha entendedera -y ya se te hizo."





Esto conforma el prólogo de Estampida de Poemínimos, editado por PREMIÁ La nave de los locos en 1992:




EL POEMINIMO

Primero, hubo algo así como un desconcierto; después, cierta agitación. Medio calmados los ánimos, los poetas -sobre todo los poetas jóvenes- se dedicaron a copiarlos, a imitarlos, con la peor fortuna. El poemínimo parece facilísimo (cualquiera lo hace), pero los imitadores descubrieron que era endemoniadamente difícil.

Hacerlo requiere de una espontaneidad diferente a la del meditado epigrama, y de un maligno toque poético que lo coloca a cien años de luminosa oscuridad del hai-kai (haikú); tampoco es un aforismo ni un apotegma ni un dogma. Para llegar o medio llegar a un acuerdo, inventé el término apodogma -y todos tan intranquilos.

Dislocar y trastocar; crear, es el único secreto de esta singular forma de expresar referencias maternales sin llegar jamás a los extremos líricos y delictuosos de la mentada por la mentada misma.

José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis los comprendieron desde el primer puñetazo -golpe artero, descontón- de vista. Otros, amigos y enemigos, los elogian por inercia y tratan enfermizamente de imitarlo. Imposible. En mi libro de 1947, Los Eróticos, el poemínimo que originó el caudal está en el lugar de honor y con la fecha bien clara. Ya un año antes, en Poemas prohibidos y de amor, un racimito de poemínimos fue como un ligero buscapiés. La cosa comenzó a humear y provocó el incendio previo a la estampida cuando aparecieron, casi al hilo, Circuito interior y los letales 50 poemínimos, librito, este último, inencontrable.

LO POEMAXIMO

Una vez le entregué a Monsi varios poemínimos y uno grande. El conjunto se llamó "15 poemínimos y un poemáximo" lo cual me hizo feliz. Con la misma felicidad que sentí cuando en plena euforia poeminizante, soñaba poemínimos. Un medio día le confesé al poeta Alejandro Aura:

-"Fíjate Ale, que anoche soñé cinco hermosos poemínimos...
-¿Y los apuntaste?
-¡Coño, carajo, caballero! ¿No te estoy diciendo que los soñé?"

(También soñaba con Sofía Loren, con la que hacía, no lo poemínimo sino lo poemáximo. Hay dos cosas que nunca me cuestan nada: soñar y consultar el Larousse)

Bueno, pues cuando publiqué Poemas prohibidos, escribí una impertinentes aclaraciones. La parte correspondiente a los poemínimos dice así:

"... durante mucho tiempo, supuse con ingenuidad que estos breves poemas podían ser algo así como epigramas frustrados. Error. Mi hija Raquel (de 8 años), al leer algunos declaró lo siguiente: "Son cosas para reír". Poco después, en la casa de
un famoso pintor, Octavio Paz (58 años) lo definió de esta amnera: "Son chistes". Me alegró en extremo que, separados por medio siglo de experiencias y cultura, Raquelito y Octavio hubieran coincidido".

(Raquel tiene ahora 17 años. Octavio y yo andamos dando bandazos en los 67)

En este volúmen se verá que muchos poemínimos tienen fecha. Quiero así significar históricamente, si se quiere, por qué fueron escritos. Otros se llaman "Plagio Equis" o "Plagio Zeta". Es que me incomoda que una hermosa imagen o frase de legítima brillantez caiga en manos de un poeta incapaz de aprovecharla. Entonces tomo la frase o la imagen y la redondeo, le doy ritmo, cobijándole a las sombras de las palabras en flor de un viejo neurótico llamado Feferico Nietzsche: "Sé que en mi palomar hay palomas forasteras, pero se estremecen cuando les pongo la mano encima.

A OTRA COSA

Traducido al español, cierto latinajo viene quedando así: "El que se equivoca se llama caballo". Así yo, al trote corto, que es como el paso tardo de un pobre viejo (tango clásico), cometo errores de cierta gravedad, que algún buen amigo descubre y me lo restriega en las narices. Por ejemplo, tengo un poemínimo llamado "
Weimar", en el que atribuyo a Goethe (Don Wolfongo) una frase que no es suya: "No es de Goethe sino de Heine", me aclararon. Está bien.

Creo basta y sobra, ya lo dice un poemínimo: "A lo hecho, pechos".

29-IV-80
Efraín Huerta

[La imagen fue obtenida de http://www.letraslibres.com/imagen.php?id=4015]




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