viernes, septiembre 8

Fiesta


-Ya no hay más de que hablar- Mi infinito miedo hacía que mi razón se perdiera en un mar de vagedad, en un inmenso averno de fatalidad. -Jamás podré siquiera mirarte, eres demasiado, eres casi un ángel- Él la veía bailar con un joven alto y rubio, la vio solo por un segundo y al parecer ella notó su presencia, sonrío con malicia y regresó a mover su hermoso cuerpo delante de aquel joven.
-Ella cree que soy una idiota, una escoria, un partícula, y lamentablemente, ante sus ojos lo soy, ante sus ojos todo se vuelve "real"- Él seguía observandola, seguía persiguiendo su hermosa mirada, su hermoso rostro.
-Basta- pensó- ya no puedo pensar en ti, ya no puedo dejar que tu imagen infecte mi mente, mis sentidos- lentamente, detonando por millones en un segundo, las emociones surgieron de repente de un escondido sitio en el interior del cuerpo de él- Ya no puedo más, nunca fuiste mia, nunca jamás lo serás-
Lloró, lloró por largas horas, salió corriendo a donde la lluvia caía sin cesar, enormes y pesadas, las gotas lamían su cara. -Soy un marica- le dijo a la nada. Lentamente la noche siguió, ella se casaría con el chico alto y rubio. Y él terminaría muerto, solo, sin familia, ni amigos. Solo él y su obseción enferma y repugnante por ella...

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