viernes, diciembre 22

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Tenía pensado ponerle de título debraye, pero sejoa caba de publicar uno así, ajjaja, nimodos, me gano...

La vida está recargada en un trozo de hierba, y algunas veces es inútil aferrarse a ella. Un ser humano ni siquiera es capaz de saber quién es, o si siquiera es, desgraciadamente, estás preguntas existenciales no te llevarán hacia ningún lado, pero son indispensables en cualquier existencia. Y no es por ser pragmático ni mucho menos, pero los pensamientos, no se alinean con los hechos, y tampoco con aquello que nos rodea. Lo que parece ser nuestro no es de alguien, y quien creemos que es, él mismo no lo acepta. Cuando no aceptas tu vida, estás dándole la oportunidad a alguien más de superarte, y no en un sentido universal, sino tan sólo subjetivo; y no por ser superado, tampoco eres menos para ti, pero sentirte inferior a alguien, te puede hacer sufrir demasiado. Si encuentras a alguien que te supere en todos los aspectos, habrás perdido tu condición única de ser humano, y buscarás cambiar, y conste que no digo mejorar, pues mejorar es algo natural, es algo que viene en nuestro código genético. Podemos pasar mucho tiempo sin cambiar, pero subjetiva e individualmente siempre mejoraremos la creación divina, o en todo caso, seguiremos sus reglas. Ahora, si buscas cambiar, y enfocas tu atención hacia algún otro ser humano, entonces estas buscando en el terreno equivocado, pues si dios no hizo contigo lo que esperabas hacer de tu vida, el problema es que no buscabas la “humanización”, y prefieres pertenecer a alguno de los otros reinos o dominios según la biología y sus “jerarquizaciónes”. Al referirme a ese hecho de individualización y unicidad, quiero aparentisar que no concuerdo con la idea utópica de que todos los seres humanos somos únicos, pues creo en que entre ustedes, habemos algunos que no somos seres humanos/ entre nosotros, hay algunos seres que no son humanos. Pues el empirismo que he explotado a lo largo de algún tiempo, desde que me creo conciente y superior, además que ignoro mis defectos y alardeo mis cualidades únicas, prueba que la sensibilidad a la que estamos expuestos algunas ocasiones no crea reacción, y los que la sienten/los que la sentimos, deben/debemos soportar la rigorización de lo sensible para llamar la atención. Con esto no digo que rechace el mundo en el que creo, y que tanta esperanza me genera, sino todo lo contrario, es decir, trato de aceptarlo y perdonarle sus insultos. Casos específicos son la muerte, la algarabía, la tristeza y la desinhibición, pues ninguna de ellas es ni por menos justificable o razonable en este planeta. Quizás es tiempo de revelarnos individualmente, y lo digo sin fines de lucro o de protesta, contra lo que no somos, pues de lo que podemos estar seguros, es que lo irracional es irracional, y de lo que nunca estaremos seguros es de la esfera que nos rodea y protege de los demás. Más allá de aquello, todo lo conocible y perceptible, es susceptible a críticas y auto evaluaciones-que en su mayoría por el bien del mundo son negativas, pues lo positivo es inmejorable y por lo tanto mediocre-pero de las que existe registro las positivas y que son justamente en las que no ha habido salvación, y por lo tanto, tampoco resurrección y mucho menos, principios y valores religiosos. Hacer las cosas es inevitable, mientras que no hacerlas, es la mejor solución a los problemas que hacer algo mal merece. Hablar y escribir, es tan sólo llenar el espacio que el que escribe o habla consideraba vacío, pero que en el triste caso que estuviese ocupado, eso mismo será sustituido por los pensamientos contradictorios y erróneos del que cree saber todo sobre el vacío. No hablar, es igual de intrascendente, pues algún día alguien ocupara tu lugar con sus ideas, ahora, que no es lo mismo, hacerte escuchar es de perdedores, pues no tienes la suficiente calidad para ser escuchado aleatoreamente, mientras que no buscar que la gente te escuche, es símbolo de necesidad de llamar su atención, por esto mismo, es mejor no hablar o escribir, y en todo caso, mucho mejor será no pensar, o no existir, aunque eso sea innato en nosotros, lo cual prueba que estamos condenados al pecado y el remordimiento. No existir es trascendente, pues todo lo que existe, alaba su cualidad única, mientras que lo que existe, es imperceptible por lo que no lo hace, por razones obvias. Sujetarte a las leyes y las reglas, es bellísimo, al igual que la poesía. Saludos…

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