viernes, diciembre 28

A mi abuela

La muerte moribunda
se escondió
en las redijitas de tu alcoba,
se infló enorme,
casi sin caber en la habitación
altiva se impuso sobre tí.

Lucharon largas horas

No hizo más que encerrarte,
siempre fuiste muy terca,
siempre anduviste arreando
hasta el último chivo,
cazando hasta la última iguana,
ay Mujer Tehuana
que te vestías como el camposanto

¡En que mundo estás ahora!
gris y turbio
como el cielo de la ciudad en invierno
rodeada de las voces de las sombras.

Entendió la muerte moribunda
que una Tehuana no se va
sin haber bailado el último son

Se sentó entonces derrotada,
esperando
se preguntó

¿Qué tendrán las flores del camposanto,
que cuándo las mueve el viento,
parece que están llorando?

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