viernes, octubre 6

De como murió la esperanza I

Serán miles los que digan que fue una casualidad, yo sé que no es cierto. Conozco lo que pasó en la Martine, fue una tarde nublada de Octubre, cuando ella le dijo que no sabía a quien elegir, si al rico y guapo Señor de la Casa Montellieu o al joven y simpático Marqués de Villanueva. Charlando conmigo ella comentó que por fín se había decidido por el sobrino del Señor de la Casa de Montellieu, pero él no tenía intenciones en ella. El plácido comedor, frente a la chimenea que acariciaba con delicadeza la atmosfera, el olor del café, recién llegado de las provincias del sur y el vino francés, le daban a la reunión un excelente ánimo. La había conocido hace algunos años y surgió una amistad particularmente bella, una relación en donde había mutuo apoyo y una sonrisa cada mañana. Cada vez que la veía me olvidaba de mis problemas, de mis límites y solo tenía ojos para verla y oídos para escucharla.
-Es el momento- pensé- Es el momento para por fin decirle que la quiero mucho más de lo que ella amí, mucho más de lo quisiera que ella me quisiera-
Me pregunto que hubiera pasado si aquella tarde las cosas hubieran salido diferentes, si aquel día mis instintos no se hubieran desbordado contra tan frágil criatura.
Por que fue entonces cuando le dije: Supongo que me quedaré sólo y loco en mi castillo de hierro, allá en la montaña-
-¿Cómo crees? Ese lugar es frío y lúgubre, deberías ya deshacerte de él.- Respondió
-No, no. Ese Castillo soy yo.. solo lúgubre, gris. que se ha rendido a los hongos y la putrefacción como yo me he rendido a la soledad y a la tristeza.
-No seas melodramático
-Observa las similitudes, es tosca, salvaje, no es hermosa, y sin embargo es débil y desordenada por dentro, y aunque yo viva en ella, es una representación de mí, de lo que soy y de como terminaré...
-¿Cómo terminarás?
-En ruinas

La platica continuó duranto unos momentos cuando ella pro fin decidió elegir al jóven y simpático Marqués de Villanueva, supongo que fue la más sabia desición.
Me retiré aquella noche, los truenos cyeron de repente en la Martine, y del caos nació la fuerza, que cayó con toda su gloria en mi Cada de Hierro, destruyéndola, en el interior comenzaron a arder con furia mis muebles, mi ropa, mis joyas, mis vinos. Creí que moriría, logre salir por la ventana adyacente a mi habitación, cayendo en los arbustos. El golpe seco, creí que iba a morir, por que la casa era yo.
Sin embargo la casa cayó y yo seguí ahí, afuera recibiendo el embate de la lluvia.
Deduzco que la casa debió ser destruida desde un principio, y por fin recordé... La casa la contruí yo, y podía reconstruirla, supongo que dejé de creer en la felicidad hace mucho, contrí mi culto en base a la melancolía. Hay quien diría que mi vida es un desperdicio, encerrado en la casa de hierro, sin embargo, solo me pongo triste y me enciero en ella de nuevo.

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