viernes, abril 18

No quiero una mujer bella (Eusebio Ruvalcaba)

Las mujeres bellas las dejo para los jóvenes.
Las posiciones acrobáticas las dejo
para los fakires.
Yo sólo quiero un poquito -poquito
de veras muy poquito- de compasión,
de apapacho. De eso que te volteas
y tientas el pelo de una mujer, y lo hueles y lo acaricias,
y dices, puta madre, a mí también la vida me sonríe.
Todo lo demás
me parece muy respetable y me parece que está muy
bien.
Pagar lo que cueste
la mujer más hermosa. Y lucirla como se luce
un buen auto.
Todo eso me parece correcto. Y sensato y congruente.
Pero, digo, prefiero que a la mañana siguiente mi chava
me haga un bistec a la mexicana
y me diga: papito, eres mi rey.
Nomás porque sí.
Porque ni soy rey ni soy papito.
Pero cómo se lo agradezco.
Que a la mañana siguiente me diga
buenos días
con un jugo de naranja en la mano
-no, mejor con uno de zanahoria
porque el de naranja me suelta.
Y me anuncie que el baño está puesto.



[Este poema es parte del genial libro El frágil latido del corazón de un hombre de Eusebio Ruvalcaba publicado por la Editorial Nula]

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