jueves, agosto 5

Iraqui Short Film

Digamos que tiene ante usted una decisión sobre qué película ver. En algún cine azaroso se encuentra usted con que sólo hay dos películas. En la sala 1 exhiben Toy Story 3 y en la sala 2 se presenta Iraqui Short Film.

Usted tendrá que decidir ahora si a) quiere ponerse a llorar con un drama pequeño-burgués de un muchacho regalando juguetes o b) quiere que sus tripas rujan y jueguen dentro de usted como en un diabólico patio de recreo.

Si usted decidió a) por favor, lleve un pañuelo, compre unos nachos con queso amarillo y jalapeños y vaya a la sala 1. Si, en cambio, decidió b), Iraqui Short Film es para usted.

En Iraqui Short Film no encontrará ni trama, ni fotografía, ni postproducción. No obstante, resulta ser una metáfora de la naturaleza humana aún más perturbadora que muchas de las películas de hoy en día.

El poder perturbador de este filme yace en que explota el hastío y lo cotidiano. Es una película que se alimenta de lo perturbador de la costumbre y como, de repente, sin aviso, puede terminar en un estallido, una explosión, un grito de ayuda, un rezo...

Lo que le mueve las entrañas al espectador en Iraqui Short Film es como se diluyen poco a poco los grandes avances de la racionalidad, del poder de la máquina, del espíritu de la bondad universal y la hermandad publicitaria.

Seguramente si usted está acostumbrado al sonido constante y aturdidor del Dolby Surround mientras los colores corren a miles de fotogramas por segundo, esta película le parecerá por demás lenta y poco entretenida durante mucho tiempo. No obstante, cual cazador a la pieza, encontrará que hay momentos de risa nerviosa y de suprema desesperación pura.

Es un enorme proyecto filmográfico.