
Destruyendo el carácter idóneo de la oración encontré la entrada al templo de la sabiduría.

Entré cuidando que nadie me viera, y me dí cuenta de que alguien había pasado y lo habían matado aquí.

Pese a esto, más a fondo se llenaba de flores.

Pero no eran flores, eran vórtices ventosos de muerte irresistible, de pura suciedad aderezada.

jajaj está chido lo "segundo" (a la primera imagen no le puse atención, porque no me la llamó)
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