lunes, enero 8

Sangre de Ángel

El término proviene del latín lux (‘luz’) + fero (‘llevar’) ‘portador de luz’. (Wikipedia, http://es.wikipedia.org/wiki/Lucifer)

El Portador de Luz, legítimo Hijo de Dios, se cortó las alas con su propia espada, derramando su propia sangre, bajó de los cielos y emprendió su camino a la montaña, en donde encontraría paz y verdad, en donde su padre solo fuera una habladuría o una sombra ya casi inexistente. Tardó mucho días, al haberse cortado las alas, el mundo ya no era tan hermoso, ni tan fácil, era un duro andar por cerros y montañas, por ríos y por bosques. Por fin llegó, poco a poco fue subiendo, y con un esfuerzo sobrehumano, aunque él no lo era, llegó a la cima. No era alguno de los montes del Himalaya, solo una simple montaña nevada, cuya importancia no radicaba en su altura o magnitud, sino en la fuerza espiritual que emanaba. Lucifer se sentó y descansó, vio el pasto que parecía deslizárse colina abajo, acariciando a la montaña y jugando con el viento.
Se levantó y gritó, causando un estruendo que se oyó en todos los rincones del mundo, o por lo menos en ese universo creado por algún ocioso en una noche sin luna.

Lucifer: Ya no quiero que me pongas en historias que conlleven la palabra "amor", ni siquiera quiero leerla o escucharla, ni una sola mención o reminiscencia de aquél vocablo profundo y brutal que mueve a simios primitivos como ustedes.

Narrador: Quiero recordarte que esta es mi historia, yo soy tu Dios en estos momentos y puedo hacer lo que se me de la gana.

Lucifer: No lo creo, por que yo represento lo que tu buscas, lo que tu quieres y lo que tu amas. Y en este momento tu búsqueda culmina, por lo menos el día de hoy, en la eliminación total y radical del amor hacia un ente o individuo humano o no.

Narrador: ¿Ahora mi personaje me dice que debo y que no debo sentir o pensar? ¡Yo te creé de ciertos pedazos de información dispersa e inventada, yo te dí forma, yo te hice una realidad.

Lucifer: Hablas como mi padre, bueno, el padre que me haz impuesto, tu interpretación de algo que tal ves no entiendes. Te crees el amo del mundo, el creador que es capaz de movernos a su antojo, sin necesidad de seguir ordenes o reglas de una "realidad" perceptible o no.

Narrador: Basta ya, que cuando yo deje de presionar las letras que juntas y acomodadas, junto con la ayuda de algún otro te dan vida, morirás irremediablemente.

Lucifer: Bien, eso te dará tiempo para pensar en que ya no debes escribir la palabra "amor", por que en realidad, en estos momentos ya no crees en ella o en su contexto, o en su interpretación o en sus relaciones con otros seres.

Narrador: Bien, tienes razón, aunque eso a ti no te incumbe.

Lucifer: Bien, pero me negaré a seguir participando en cualquier texto que lleve la palabra "amor" en él.

Narrador: Dispensará querido lector que no concluya la historia, ya que de repente mis personajes quieren creerse dioses pensantes, jamás los podé abandonar en este abismo sin fin, y menos a alguien como Lucy que siempre tiene algo que decir. Sólo algo que decir, solo un juego llano de las palabras y de los vocablos, que no son sino manchitas en un espacio blanco y que poco a poco, y con su ayuda se convierten en un mundo nuevo, si es interesante o no lo dejo a su consideración y /o conciencia.

Entonces el narrador analizó la destrucción de su cielo marrón, en donde los demás ángeles derraman miel en sus paredes, y de los verdes olivos naciendo en las nubes de facetas multicolores, para convertirse en un llano árido y seco, lleno de podredumbre y de desolación. Y comprendió lo que Lucifer le dijo.
El narrador bajó de su espacio jerárquicamente dado como creador, para bajar a la montaña con Lucifer, en donde gritó, de manera que cada rincón de este mundo retumbase:
¡Muera el amor, y todo lo que conlleva. No escribiré más sobre el amor, ni sobre sus obras en aquel mundo incierto e impredecible!

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